La recuperación global del sector de la moda post pandemia, ha logrado un 25% de crecimiento frente a niveles del 2021, según datos de la consultora McKinsey & Company. En gran medida por la transformación digital, que aceleró la pandemia, en la que el sector moda vio ventajas en el uso de redes sociales y e-commerce. Por ejemplo, las redes sociales influyen en un 50% las decisiones de compra de la población de entre 15 y 24 años, mientras que los de 25 a 34, se encuentran en un 40%.
Las marcas siguen atentas para adaptarse a la demanda y los hábitos de sus consumidores, pues la moda siempre estará en continuo cambio, de hecho, las búsquedas de marcas en redes sociales se perfilan en Instagram con un 73%, Tik Tok, 52% y Facebook, 49%. Lo que nos habla de cómo ha cambiado la industria de la moda post pandemia, ya que se está aumentando el presupuesto en campañas publicitarias de e-commerce y awareness en redes sociales.
Entre las tendencias que han tomado fuerza, se encuentran el sportwear y el loungwear, Jey Dicktiar, Business Unit Director comparte que los cambios en las tendencias, comenzaron con el uso de tenis hace 10 años, y las categorías más vendidas en pandemia fueron la ropa para estar en casa, y hacer deporte, influenciando mucho la forma de vestir de los próximos años. Es por eso que ahora vemos una mezcla en el streetwear: prendas de oficina, con prendas de ejercicio, mejor conocida como athleisure. Además, “las nuevas generaciones han resignificado su relación con la moda y la belleza”, dice Jey Dicktiar. Por ejemplo, estamos viendo el placer por lo aesthetic, ropa para cuerpos diversos y tendencias en que se van diluyendo las líneas del género.
El valor monetario de la moda ha cambiado por completo con estas tendencias, nos encontramos ahora con perfil de comprador, con mayor conocimiento de las herramientas digitales, que es menos impulsivo, más crítico y selectivo, que valora garantías de sostenibilidad, calidad, transparencia y confort.
Otra de las tendencias más fuertes post pandemia, nos habla de sostenibilidad como una propuesta de valor de las marcas, ya que los consumidores están más conscientes de su entorno y el papel que juega la naturaleza en nuestro futuro. El encierro de la pandemia permitió que la población pudiera valorar lo natural, lo artesanal y las materias primas. Estos consumidores conscientes, exigen transparencia de los procesos de fabricación de las marcas, comercio justo, políticas contra la explotación laboral e infantil, materiales sustentables y en general favorecen la compra de prendas slow fashion, que garantizan durabilidad y atemporalidad.
Lejos de verlo como una mera ventaja competitiva, las empresas conscientes deben transformar su cadena de valor y operaciones para el servicio de los mismos clientes.